Los misioneros que trabajan en la cordillera de los Himalayas deben estar en buena condición física para llevar el evangelio a un lugar que es considerado “el techo del mundo”. Pero el difícil terreno es sólo el principio de sus dificultades.
En el extremo norte de India entre China y Nepal están los majestuosos montes Himalayas. Millones de personas viven aquí, pero la gran mayoría nunca ha escuchado el Evangelio.
No lejos de estos monasterios budistas vive un dedicado misionero nativo. Su nombre: Tito.
Cuando Tito era niño un ministro viajero vino a orar por su madre y hermano que estaban enfermos en su lecho de muerte. Dios hizo un milagro y los sanó… ahí su familia abrazó a Cristo. Ahora que Tito es adulto es un ministro viajero, recorre valientemente lugares donde el nombre de Jesús es desconocido.
Tito recorre preguntándole a los lugareños si conocen a Jesús, algunos responden que no, que talvez vive en otro pueblo.
“Hay mucha gente en este valle que nunca ha escuchado de Jesús. Pero los que viven en las montañas son los que están verdaderamente aislados” comentó Tito, quien reconoce que sólo hay una forma de llegar a esta gente… caminar… y una buena parte del camino, es cuesta arriba.
Aún con todo su esfuerzo no hay garantía de que alguno siquiera lo escuche compartir de su fe.
Por su parte Tito, no se desanima y más bien recobra nuevas fuerzas: “Lo que les dijo es completamente nuevo, y muchos escuchan cortésmente, pero otros dicen cosas como ¡vete con este nuevo Dios tuyo…!”.
Para este misionero del Nepal el alcohol es un problema crónico y los que beben se ponen molestos conmigo. “Me dicen que me vaya o me golpearán. Dicen que si vuelvo me matarán… esto puede ser atemorizante pero no pueden detenerme porque sé que Dios me llamó a este trabajo”, dijo Tito.
La persecución lleva a Tito y su familia más hacia Dios. Ellos ayunan y oran por esa gente. Y entonces… Tito empaca sus cosas y regresa al mismo pueblo, a la misma casa, a la misma gente que dijo que lo matarían.
“Y Dios hace cosas maravillosas… a menudo sus corazones son cambiados o se enferman y me piden que ore a mi Dios que los sane… y El lo hace”. Muchas veces así ocurre una conversión dijo Tito, quien es un hombre de fe.
Tras años de dedicación desinteresada los esfuerzos de Tito están dando fruto. Ya comenzó dos misiones y es pastor de una creciente iglesia.
Hoy nueve creyentes son bautizados gracias a un heroico pastor que hizo camino para encontrarlos. Y este mismo hombre que está cambiando su mundo hoy, lo hará de nuevo mañana…
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