La Unión Europea está consiguiendo sus objetivos de reducción de emisiones de CO2, respetando así el Protocolo de Kioto y acercándose a lo establecido para el año 2020. Las emisiones se han situado en un 17%, por debajo del nivel de 1990, y se acerca al 20% pactado.
Los esfuerzos están muy lejos de bastar para evitar una subida peligrosa de la temperatura», respondió la directora ejecutiva de la EEA, Jacqueline McGlade, al presentar el informe SOER 2010 sobre el estado del medioambiente en la UE. Si se aspira a que el aumento de la temperatura mundial no supere los dos grados con respecto a los valores preindustriales (ya ha subido siete décimas desde 1900), «es necesario que Europa y los otros países industrializados hayan reducido sus emisiones entre el 80% y el 95% en el año 2050». La EEA considera que la política ambiental europea es insuficiente frente al cambio climático: «La legislación tal como está ahora no puede hacer frente a los retos», dijo McGlade.
Además, según la EEA, el éxito es engañoso. El estudio recuerda que las emisiones de los europeos aún son superiores a la media mundial per cápita: concretamente, la UE tiene el 8% de la población y produce el 12% de los gases de efecto invernadero. Sin embargo, quizá aún sea más destacado que parte de dicho éxito, como insiste la EEA, se debe al traslado de muchas industrias al mundo en desarrollo. «La contribución de Europa a las emisiones globales sería mayor si se tuvieran en cuenta las importaciones de bienes y servicios con sus respectivas huellas de carbono», dice claramente. Por ejemplo, los bienes se fabrican ahora en China y luego vuelven al mercado europeo. «Estamos consumiendo más recursos naturales de lo que es ecológicamente sostenible», dijo McGlade.
Entre otros aspectos, McGlade reclamó que las políticas agrícolas sean reformadas de acuerdo con las exigencias del cambio climático. «Si no se tiene en cuenta el calentamiento en la gestión de la agricultura, no habrá recursos suficientes, como agua y tierra de calidad», lo que en última instancia afectará a los cultivos: «Esta creciente demanda de capital natural representa una gran amenaza para la economía y la cohesión social de Europa».
La UE, concluye el informe SOER 2010, ha mejorado en diversos sectores, como la eficiencia energética, la gestión de los residuos, las emisiones procedentes de la agricultura y la sustitución del carbón por otros combustibles menos contaminantes, pero queda mucho trabajo aún en consumo energético y transportes. Un caso espectacular es el transporte aéreo, cuyas emisiones han aumentado un 120%. En cuanto a energías renovables, las diferencias entre los países más punteros, como Suecia, Finlandia y Austria, es abismal frente a los situados en las últimas posiciones, como el Reino Unido, Bélgica y los Países Bajos.
Los esfuerzos están muy lejos de bastar para evitar una subida peligrosa de la temperatura», respondió la directora ejecutiva de la EEA, Jacqueline McGlade, al presentar el informe SOER 2010 sobre el estado del medioambiente en la UE. Si se aspira a que el aumento de la temperatura mundial no supere los dos grados con respecto a los valores preindustriales (ya ha subido siete décimas desde 1900), «es necesario que Europa y los otros países industrializados hayan reducido sus emisiones entre el 80% y el 95% en el año 2050». La EEA considera que la política ambiental europea es insuficiente frente al cambio climático: «La legislación tal como está ahora no puede hacer frente a los retos», dijo McGlade.
Además, según la EEA, el éxito es engañoso. El estudio recuerda que las emisiones de los europeos aún son superiores a la media mundial per cápita: concretamente, la UE tiene el 8% de la población y produce el 12% de los gases de efecto invernadero. Sin embargo, quizá aún sea más destacado que parte de dicho éxito, como insiste la EEA, se debe al traslado de muchas industrias al mundo en desarrollo. «La contribución de Europa a las emisiones globales sería mayor si se tuvieran en cuenta las importaciones de bienes y servicios con sus respectivas huellas de carbono», dice claramente. Por ejemplo, los bienes se fabrican ahora en China y luego vuelven al mercado europeo. «Estamos consumiendo más recursos naturales de lo que es ecológicamente sostenible», dijo McGlade.
Entre otros aspectos, McGlade reclamó que las políticas agrícolas sean reformadas de acuerdo con las exigencias del cambio climático. «Si no se tiene en cuenta el calentamiento en la gestión de la agricultura, no habrá recursos suficientes, como agua y tierra de calidad», lo que en última instancia afectará a los cultivos: «Esta creciente demanda de capital natural representa una gran amenaza para la economía y la cohesión social de Europa».
La UE, concluye el informe SOER 2010, ha mejorado en diversos sectores, como la eficiencia energética, la gestión de los residuos, las emisiones procedentes de la agricultura y la sustitución del carbón por otros combustibles menos contaminantes, pero queda mucho trabajo aún en consumo energético y transportes. Un caso espectacular es el transporte aéreo, cuyas emisiones han aumentado un 120%. En cuanto a energías renovables, las diferencias entre los países más punteros, como Suecia, Finlandia y Austria, es abismal frente a los situados en las últimas posiciones, como el Reino Unido, Bélgica y los Países Bajos.
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